Cuando
se tiene por primera vez un bebé una de las primeras cosas que te recomiendan
es no cargarlos tanto pues luego se acostumbran a los brazos. ¿Qué tan cierta
puede ser esta "recomendación"?
Personalmente
soy una persona muy cariñosa y apapachadora y cuando me dijeron que no debía
cargar tanto a mi bebé me sentí decepcionada, ¿cómo podría acallar mi instinto
materno?
¿Existe
realmente evidencia que el cargar mucho a los bebés sea algo malo?
¿Es
cierto eso de que se “acostumbran” a los brazos?
El
Dr. Carlos Gonzalez, Doctor en Pediatría y autor de varios libros sobre crianza,
alimentación y salud infantil nos habla al respecto:
Son
una necesidad. Por lo mismo que se abrazan los amigos y se besan los enamorados. Los
seres humanos tenemos necesidades afectivas, necesitamos la presencia física,
la atención y el contacto físico de los seres queridos. Y esa necesidad es particularmente intensa en la
primera infancia, porque los niños pequeños no pueden sobrevivir sin sus
padres. Vienen al mundo con el instinto de relajarse felices en brazos de su
madre, y de llorar desesperados cuando su madre se aleja. En general, los niños que van todo el tiempo
colgados de sus madres (es
decir, la mayor parte de los niños del mundo) lloran muy poco. Es lógico. No tienen
muchos motivos para llorar.
¿Se acostumbran los niños a
ser llevados en brazos?
Los niños ya nacen acostumbrados a ser llevados
en brazos, fueron llevados 9 meses
durante la gestación. Lo lógico es que esperen recibir lo que estuvieron
acostumbrados.
Sin
embargo, esta es sólo una etapa. Si ponemos ante nosotros a dos
niños de 6 años, criados de un modo diferente, uno de ellos con tantos brazos
como ha querido y el otro siendo acostumbrado desde pequeño a vivir sin ellos,
nadie verá una diferencia en cuanto a necesidad de brazos porque ninguno de los
dos pedirá ni querrá los brazos de su padre o su madre.
En pocas palabras, no es necesario enseñar a no pedir brazos,
porque cuando un niño crezca, simplemente, dejará de necesitarlos.
Cuando no existían telas ni cuerdas, ni mucho menos
cochecitos, las madres llevaban a sus hijos en brazos todo el día, la mayoría
de las veces sujetándolos con el izquierdo mientras el derecho quedaba libre
para comer (o al revés, si la madre era zurda). .. En los momentos de descanso,
la madre se sentaba con el bebé en su regazo, o se echaba en el suelo con el
bebé encima. A medida que iba creciendo, la cría necesitaba menos a su madre y
también pesaba más; probablemente la abuela, el padre o los hermanos mayores
ayudaban a la madre en el transporte. Es casi seguro que los bebés estaban cada
minuto de las 24 horas del día en contacto físico con otra persona, casi
siempre con su madre, hasta que empezaban a gatear. Y hasta varios años después
estaban en contacto físico, si no las 24 horas, sí al menos una buena parte del
tiempo. Incluso niños de tres o cuatro años, que pueden andar durante un buen
rato, tendrían que ir en brazos si la tribu se desplazaba varios kilómetros. Así
pues, durante millones de años la evolución natural ha favorecido a aquellos
niños que disfrutan yendo en brazos, pero se enfadan si se les deja solos. Era una cuestión de supervivencia. Extracto del libro: Bésame mucho. Carlos Gonzalez
La próxima vez que alguien te diga que no debes
cargar tanto a tu hijo, no hagas caso, sigue
tu instinto, tu sentido común maternal. No te pierdas esta etapa tan
hermosa de cargar y abrazar todo el tiempo que quieras porque cuando menos lo
pienses estará correteando y luego no querrá ni que lo beses frente a sus
amigos.
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